Francisco ALONSO-FERNÁNDEZ

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Junto a los maestros germanos y a los clínicos franceses de la psiquiatría del siglo XX destaca la figura del español Francisco Alonso-Fernández (Oviedo, 1924), que desarrolla una psiquiatría antropológica capaz de abordar todas las dimensiones sociales del enfermo mental. La profunda originalidad de la obra de este médico le hace situar los temas más conspicuos de la psiquiatría contemporánea: psicopatología, clínica, psiquiatría social, adicciones… en la frontera entre la medicina mental y las humanidades. Sus queridos pacientes, su vasta creación científico-literaria (ha escrito más de 40 libros y numerosos artículos en revistas científicas), así como sus múltiples cargos, condecoraciones y nombramientos internacionales dan fe de ello. La revista Anthropos acaba de dedicarle un monográfico sobre su vida y obra.

“EL PRINCIPAL MIEDO DEL HOMBRE Y DE LA MUJER DEL NUEVO SIGLO ES EL TEMOR AL DOLOR”

Técnica Industrial 245 – Junio 2002

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Usted es hijo de un republicano, emigrado a Cuba para hacer fortuna, que más tarde volvió a Asturias y estuvo a punto de ser fusilado en la Guerra Civil. Recuerdo muy bien aquellos duros años y el sufrimiento de mi padre, que era un hombre íntegro, cuyo único delito fue ser republicano. Desde una madurez serena y equilibrada ahora evoco aquellos tiempos sin resentimiento y, por suerte, sin que creasen en mí ningún trauma

o patología mental.

La psiquiatría social, que nació en los hospitales ingleses tras la Segunda Guerra Mundial, sigue teniendo un desarrollo floreciente. Actualmente usted es presidente de esta sociedad científica europea. Este concepto aúna los aspectos de rehumanización y socialización y nos permite distinguir los hechos clínicos de los prejuicios sociales. Por cada paciente mental agresivo hay otros noventa o cien que sufren su problema sin producir la menor estridencia social. Debemos superar los estereotipos anticientíficos y demostrar que entre los enfermos psíquicos abundan mucho menos los que hacen sufrir a los demás que los que sufren a causa de su trastorno en medio de la incomprensión de los demás. La psiquiatría, pues, asume un papel social evidente, pero jamás debe ser un instrumento ideológico o político.

¿Para que la humanidad progrese debe gozar de una buena salud mental? Creo que es fundamental. Para llegar a una sociedad de convivencia es necesario mantener un nivel suficiente de salud mental, libre de patología clásica y de toda suerte de fanatismos. En el fanatismo, que germina en la ignorancia y la intolerancia y es uno de los males sociales de nuestro tiempo, la persona pierde el binomio razón-libertad, que incluso puede repercutir en otras dimensiones tan importantes como la afectividad y la creditividad, ya sea religiosa o laica. Debemos limitar los márgenes de razón y creencia.

El terrorismo, analizado en varios de sus libros, ¿es una expresión del fanatismo? Sin duda. Pero, vamos a ver, el terrorismo ejercido por ciertos corpúsculos nace como respuesta a un terrorismo de Estado. Estos hechos tienen un radical común: el abuso de autoridad. La psicología del terrorismo adoptó un enfoque histórico, que empezó en los detentadores del poder. Éste produce embriaguez y puede conducir a la tiranía. Si no se posee una buena salud mental y ciertas cualidades humanas, el abuso de poder genera terrorismo y éste a su vez obtiene como respuesta otra forma de terrorismo.

¿Nos encontramos en un momento histórico de crisis y de cambios? Hasta el siglo XVIII imperaba el pensamiento mágico y fue gracias a la Ilustración y los enciclopedistas franceses cuando se adquiere una estructura intrínsecamente racionalista, que nos permite racionalizar el mundo y la existencia. De esta suerte, aparece una crisis histórico-cultural, en la que estamos inmersos y de la que nadie sabe cuándo saldremos. El antropólogo alemán Gehlen afirma que el único antecedente experiencial es la crisis del paso del hombre cazador del Paleolítico al agricultor del Neolítico. Y la facticidad de la actual crisis muestra un cariz adverso a la salud mental: aumenta el alcoholismo, en los últimos años especialmente en la mujer, y también se disparan las enfermedades del ánimo, como la depresión, que se ha duplicado en la segunda mitad del XX. Además, si antes por cada tres mujeres depresivas había un hombre depresivo, ahora la relación se establece en dos féminas por un varón. La comunicación interhumana ha disminuido y ha crecido la falta de solidaridad, hechos que se reflejan en unas patologías mentales muy propias de nuestro tiempo, como las adicciones sociales: compras, juego, internet, sexo, trastornos alimentarios…

¿Admitiría el dicho popular de que el mundo está loco?

Pues claro. Si la moderna psiquiatría ha alcanzado grandes logros en la salud mental, uno de los principales retos que tiene planteados ahora es la detección de toda una patología psíquica larvada, escondida, camuflada. Cuando se dice Fulano está loco, la expresión puede encerrar una gran verdad. Aunque partamos de que la maldad humana existe y de que la conducta está condicionada por el monento histórico y social, ¿cómo pueden explicarse, si no es a la luz de la psiquiatría, comportamientos como los de Calígula, Nerón, Hitler o Stalin.

Con su equipo de la Universidad Complutense de Madrid creó en 1986 el Cuestionario Estructural Tetradimensional para la Depresión, único en el mundo y adoptado en varios países europeos y latinoamericanos. Entre otras aportaciones, su modelo confirma que este proceso es uno de los más infradiagnosticados. Las clasificaciones psiquiátricas más manejadas, como el DSM-IV estadounidense y el ICE-10 de la Organización Mundial de la Salud, consideran la depresión como un trastorno del ánimo. Mis estudios en enfermos deprimidos me han llevado a la conclusión de que este problema es un hundimiento de la vitalidad, que se refleja en las cuatro dimensiones siguientes: humor depresivo, anergia o falta de impulsos y de energía, discomunicación y anarquía en los ritmos vitales, esto es, alteraciones del sueño y de la comida. Este enfoque tetradimensional evita que se escapen al diagnóstico de depresión muchos casos que se viven de forma larvada y con un gran sufrimiento para el propio paciente y todo su entorno.

“SI NO SE POSEE UNA BUENA SALUD MENTAL Y CIERTAS CUALIDADES HUMANAS, EL ABUSO DE PODER GENERA TERRORISMO Y ÉSTE A SU VEZ OBTIENE COMO RESPUESTA OTRA FORMA DE TERRORISMO”

Dentro de la psiquiatría europea usted es conocido como el creador de la psicohistoria. El enigma Goya e Historia personal de los Austrias españoles son dos libros con este enfoque, muy bien recibidos en el mundo del arte y de la historia. Me interesa estudiar la historia a través de sus personajes protagonistas, porque a veces la personalidad de éstos tiene mucho más atractivo que los propios hechos históricos. La psicohistoria no ensalza ni denosta al personaje, sino

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que ayuda a comprenderle. Por ejemplo, el personaje de Felipe II, que crea entusiastas y detractores. Su padre, Carlos V, el César Carlos, como le llamó el humanista borgoñón y consejero suyo Erasmo de Rotterdan, fue un rey emprendedor y dueño de medio mundo, que al final de su vida, frustrado por no haber dado muerte a Lutero, transmite su fanatismo al hijo y así se emprende la cruzada contra el protestantismo.

Está casado con una mujer extraordinaria, que es mucho más que una compañera de vida. Salvando las distancias, se podría decir que su esposa Mary es la Zenobia Camprubí del Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez. Tienen tres hijas: una psiquiatra y dos psicólogas. ¿Cómo es el universo femenino? Mi experiencia es que la mujer se integra más en el mundo familiar que el hombre. Éste es mucho más conflictivo y más causante de sufrimiento, mientras que la mujer es más sufridora. El universo femenino ha estado secularmente limitado por su biología, es decir, por su factor de reproducción. La píldora, que desde los años sesenta ha permitido a la mujer elegir el momento de su maternidad e incorporarse al mercado laboral, es el fenómeno sociológico más revolucionario del siglo XX. Además, la mujer es venusiana, de Venus, la diosa del amor, y los hombres son marcianos, de Marte, el dios de la guerra.

A menudo hace referencia a las ideas del padre Feijoo, que ya en el siglo XVIII hablaba de igualdad de sexos. Feijoo fue un sabio y un adelantado a su tiempo, que consideraba al hombre y a la mujer iguales en entendimiento y dignidad. Fue muy valiente por censurar a los misóginos y declararse paladín de la mujer. Arremetió contra las ideas de su época, como que la naturaleza cuando obra bien nace un varón y, cuando obra mal, una mujer. Además Feijoo, que viajó mucho, era un patriota universal que en nuestro tiempo rescataría el patriotismo de las ideas fascistas. Creo que a más de uno de nuestros políticos nacionalistas habría que invitarles a dar una

o varias vueltas al mundo para ayudarles a romper fronteras.

Este verano, en los cursos universitarios de El Escorial, pronuncia una conferencia sobre la figura de Don Juan.

Ciertamente, este personaje es interesante. He de decir que primero nace como entidad clínica y después como figura literaria. Don Juan, ya sea el de Tirso de Molina, José Zorrilla y otros, era un misógino que gozaba humillando a la mujer y que no llevaba la relación hasta sus últimas consecuencias. No tiene nada que ver con Giacomo Casanova, pues éste sentía placer al seducirla, sin tener que humillarla necesariamente.

¿Cuáles son los principales miedos del hombre del siglo XXI? Existen numerosas fobias en las sociedades industrializadas, una de las más comunes es el miedo al avión. Ya no existe la tafiofobia, que era pánico a ser enterrado vivo. Chopin la vivió y pidió ser enterrado con el corazón arrancado. También ha desaparecido en nuestro entorno el miedo al hambre. Aunque el temor a la muerte sigue siendo una constante, el principal miedo del hombre y de la mujer del nuevo siglo es la algofobia o terror al dolor.

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MUY PERSONAL

De no haber sido psiquiatra, ¿qué hubiese sido?

Posiblemente, torero. Pero ser torero en el Norte de España era muy difícil. También deportista profesional, aunque a los 15 años sacrifiqué estas dos aficiones y me corté la coleta.

¿Frente a qué actitudes es menos tolerante y más indulgente?

Detesto el fanatismo, que hace perder el sentido de la realidad. Respeto la autohumillación, porque hay situaciones límites, como la tortura, en que el hombre pierde su libertad y deja de ser él mismo.

¿Piensa que las grandes religiones monoteístas son liberadoras o represoras?

Tienen ambos componentes. Son liberadoras, por cuanto intentan dar consuelo a sus creyentes. Pero también represoras, por el gran poder que pueden ejercer sobre ellos.

¿Usted es creyente?

Soy partidario de que las personas cultiven el bien, siempre bajo el ejercicio de la libertad y la autorresponsabilidad. Creo en los demás y no tengo creencias sobre fuerzas sobrenaturales. Nunca he sido monaguillo.

¿Qué figuras de la filosofía y el pensamiento han influido más en su obra?

Kant, por ser el máximo postulador de la libertad; Kraepelin, por su sentido clínico; Jaspers, por saber penetrar en el otro sin perder su identidad, y Ortega y Gasset, que es una referencia obligada del siglo XX.

¿Cómo se encuentra anímicamente ahora?

Muy bien. Soy una persona positiva y pienso que el optimismo conduce al éxito y el pesimismo al fracaso.

Elija un lugar para vivir.

No renunciaría a ninguna de las cuatro ciudades españolas que tienen un gran significado en mi vida: Oviedo, A Coruña, Sevilla y Madrid. De algún modo, sigo viviendo en cada una de ellas, aunque mi residencia habitual esté en Madrid.

¿Qué personajes históricos le interesan más?

Isabel la Católica y su nieto Carlos V. No puedo dejar a Winston Churchill, que salvó el mundo, ni a Jesucristo, el más grande idealista que se sacrificó por los demás.

¿Qué país que no ha visitado le gustaría conocer?

Grecia. No he ido nunca y me encantaría conocer el país en el que nació la democracia y que en los siglos III y IV antes de Cristo defendía los derechos de la mujer.

¿Para vivir prefiere el día o la noche?

El día, que supone vida, actividad y luz natural. Como psiquiatra, no puedo olvidar que la luz solar es un importante factor terapéutico en procesos como la depresión.

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