Rectificación

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“EN LA ETAPA DEMOCRÁTICA LOS DEPARTAMENTOS DE AGRICULTURA Y MEDIO AMBIENTE HAN ESTADO PERMANENTEMENTE ENFRENTADOS A CUENTA SOBRE TODO DE LA POLÍTICA HIDROLÓGICA (TRASVASES Y REGADÍOS)”

Tanta energía derrochada en el debate sobre los trasvases para volver ahora al punto de partida. Cabía sospecharlo tras el cese de Cristina Narbona como ministra de Medio Ambiente (“He sido el rostro de la discrepancia”, reconoció en un bochornoso mea culpa), pero a tenor de la información disponible, uno tiene la sensación de que todo estaba pensado desde hace tiempo, aunque todavía se mantiene una calculada ambigüedad por parte de los responsables del nuevo ministerio y de Moncloa. ¿No debería explicarlo el presidente Zapatero, que respaldó sin fisuras la postura de Narbona hasta el último descalabro electoral en las comunidades de Valencia y Murcia, tan mal asimilado por la vicepresidenta De la Vega?

Claro que, en un ataque de insoportable cinismo, el Gobierno podría decir que no ha habido marcha atrás, puesto que el nuevo proyecto de trasvase de agua a Levante no será del Ebro sino del Tajo, y además del Tajo extremeño, que no del castellanomanchego, pues ya es sabido que algunas comunidades autónomas ejercen la soberanía hídrica de manera implacable. No deja de tener su gracia que este cambio estratégico se haya desvelado coincidiendo con el inicio del debate en el Congreso de los Diputados del Estatuto de Castilla-La Mancha, en uno de cuyos artículos se prevé la derogación para el 2015 del trasvase Tajo-Segura. Como el presidente de Extremadura no se ha tirado al monte y dice que está abierto al diálogo, todo será más fácil. Tan sólo queda salvar la oposición de los ecologistas. Tiempo habrá de hablar y de es cribir sobre este nuevo/viejo proyecto cuando se conozcan más detalles. Por el momento baste resaltar las contradicciones de un debate viciado y cargante en el que los argumentos ecológicos han servido para tapar otras posiciones que pudieran resultar más vergonzantes. Aquí mismo he escrito hace tiempo que la paralización del proyecto del trasvase del Ebro sólo se explica por razones territoriales, o dicho de otro modo, por la oposición de la comunidad de Aragón y mucho después de la de Cataluña, independientemente del color político de sus gobiernos. Cuando del trasvase se trata no manda el partido sino el territorio.

Y lo mismo cabe decir del otro lado, de las comunidades de Valencia y Murcia, que lo han venido defendiendo con uñas y pancartas durante tantos años y cuyos gobiernos del Partido Popular han obtenido una rentabilidad electoral de la que ahora quiere participar el PSOE. Ésta es la única razón que explica el importante cambio estratégico que, por otro lado, no es novedoso, pues ya el ex ministro José Borrell apeló en su día a la memoria del profesor Lorenzo Pardo y del líder socialista Indalecio Prieto para justificar el trasvase del Ebro. En realidad, la posición crítica de Zapatero-Narbona ha sido sólo un paréntesis en una tradición centenaria de apuestas por las grandes obras públicas, que siempre han suscitado entusiasmos populares. Véase la crónica de Blanco y Negro a propósito de la inauguración del sifón del río Sosa en 1906: “El Sr. Obispo de Lérida bendijo las obras, e inmediatamente se mandó abrir las compuertas y dejar paso al agua. El líquido que vivificará la campiña, hoy yerma, se precipitó en los tubos del sifón. La concurrencia aplaudía entusiasmada, algunos lloraban, otros daban vivas al Rey, un grito unánime atronó el espacio”.

Ahora se entiende mucho mejor la sorprendente decisión de unificar las políticas agrícolas y ambientales en ese ministerio de largo enunciado (Ministerio de Medio Ambiente, Agricultura y Medio Rural) y pesada estructura, que está disperso por varios edificios y que todavía funciona a trancas y barrancas. En la etapa democrática los departamentos de Agricultura y Medio Ambiente han estado permanentemente enfrentados a cuenta sobre todo de la política hidrológica (trasvases y regadíos), aunque también ha habido disensiones en relación con los cultivos transgénicos y otros asuntos. La unificación de competencias facilita las decisiones y las rectificaciones. Habrá más.

En el número anterior ya hicimos referencia al homenaje de que fue objeto la ex ministra Narbona, actual embajadora de España ante la OCDE, en el Jardín Botánico de Madrid (de sus antiguos compañeros de Gobierno sólo estaba presente José Caldera, el otro cesado). También contamos que la prestigiosa revista Time reconocía el liderazgo europeo en materia ambiental de esta mujer que ha ido evolucionando desde posiciones contradictorias hasta una identificación casi plena con el ideario ecologista. Sólo en su caso resultaban creíbles los argumentos ambientales para rechazar los trasvases, pero ha perdido la batalla. ¿En qué quedan ahora esos postulados tan cacareados de la nueva cultura del agua? ¿Siguen siendo las desaladoras una alternativa viable? Continuará.

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