Mimesis

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“LA IMITACIÓN NO SÓLO SIGNIFICA UNA COPIA O REFLEJO DE LA NATURALEZA SINO QUE ESA IMITACIÓN SE LIBERA DE SU COPIA. EL ARTE ES AUTÓNOMO DE LA REALIDAD QUE LO ORIGINA, PORQUE SIEMPRE NOS GARANTIZA LA LIBERACIÓN Y EL ESCAPE DE NUESTRA REALIDAD”

En los estudios literarios, el libro Mimesis, la representación de la realidad en la literatura occidental de Erich Auerbach (México, Fondo de Cultura Económica, 2002), es un referente en la interpretación de lo real en la representación literaria o “imitación”. Auerbach fue un filológo berlinés de origen judío que con el nazismo se vio obligado a huir y refugiarse en Estambul donde escribió entre 1942 y 1945 su famoso estudio. Mimesis tuvo en su contra la penuria bibliográfica de la biblioteca pública de Estambul, muy escasa en estudios europeos, se disculpa de ello su autor en el epílogo, pero supo superar este contratiempo con su erudición.

Este referente de literatura comparada analiza la evolución del concepto de imitación de la realidad en la literatura occidental en autores tan variados como Homero, Boccaccio, Montaigne, Shakespeare, Cervantes, Flaubert, Zola o Proust. Según su análisis, fueron Stendhal y Balzac quienes convirtieron a personas anónimas de la vida diaria en protagonistas, en “objetos de representación seria, problemática y hasta trágica” (op. cit., p. 522) y así desbancaron la teoría de que lo real cotidiano sólo podía ser material de un género bajo o mediano, como entretenimiento ligero y pintoresco.

Retrocedamos a la filosofía griega de donde procede el concepto de mimesis (o mímesis, voz culta del latín “mimesis” y del griego “mimesis” como señala el Diccionario de uso del español de María Moliner) que fue objeto de debate en Platón y en Aristóteles. Platón en la República expone que la poesía es un producto mimético, pues todo aquello creado por el ser humano no es más que imitaciones imperfectas de las ideas inmutables. La poesía para Platón es una techné de la mentira: no produce verdaderos objetos o representaciones sino simulacros que intentan pasar por reales. La mimesis platónica aúna un lado activo (representación activa) y un lado pasivo (la imitación como copia imperfecta de un modelo).

Puede parecernos que Platón desvaloriza la mimesis. Todo lo contrario: para el filósofo griego la literatura es inspiración e imitación, aunque su relación con la realidad es errónea muchas veces. En cambio Aristóteles en su Poética niega la relación entre mimesis y el reflejo de esa otra realidad autónoma. En el pensamiento aristotélico, mimesis es la praxis, la acción del hombre, en la construcción de cosas singulares, de una obra de arte (poiésis). No entra a valorar el matiz de esa obra de arte mimética.

Advertimos que en la filosofía griega el problema radica en la relación con lo real. Volvamos a Auerbach. Originariamente partió del planteamiento platónico del problema en el capítulo 10 de la República para luego pasar a observar “los cambiantes modos de interpretación de los sucesos humanos en las literaturas euro-peas”. (op. cit., p. 522). Este autor suscribe en el epílogo de Mimesis que la realidad está representada en la literatura de varios periodos porque está íntimamente vinculada a las convenciones sociales e intelectuales del tiempo en que fueron escritas.

Para este filólogo, sus estudios de literatura comparada demuestran que la relación entre los textos de la antigüedad clásica y los más modernos no es jerárquica: los acontecimientos del pasado o del presente se pueden interpretar como prefiguraciones o posfiguraciones de eventos importantes de la historia (la etimología de “figura” se refiere a la realidad propia del cristianismo antiguo y medieval). Según este parecer, el arte es un reflejo atemporal de una realidad que sigue teniendo las mismas preocupaciones ahora que tiempo atrás.

La lección de Auerbach sobre el realismo, término muy denostado hoy día, como imitación literaria de la vida, debería animarnos a crear una literatura de la tan comentada crisis actual. En estos momentos de cambios tan imprevisibles como constantes, es evidente que aparecerá una literatura que alguien dentro de un tiempo podrá catalogar en el universo académico de teorías, clasificaciones y etiquetas. Lo que no sabemos es cuál será el adjetivo que le precederá.

Quizá este periodo que estamos viviendo será uno de los más erráticos de la literatura como de la misma imitación que intenta ser “realista”. Pero la imitación no sólo significa una copia o reflejo de la naturaleza sino que esa imitación se libera de su copia. El arte es autónomo de la realidad que lo origina, porque siempre nos garantiza la liberación y el escape de nuestra realidad.

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