Javier Anta

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Desde el antiguo Egipto, la humanidad ha adorado al sol elevándolo a la categoria de deidad. El Sol, la estrella más próxima a la Tierra y el astro con mayor brillo aparente, aporta luz y calor a nuestras vidas y es, sin lugar a dudas, la principal fuente de energía del planeta; una energía que la industria solar fotovoltaica ha sabido aprovechar y convertir en importante motor de desarrollo socioeconómico en nuestro país. Tanto es así que el sector ha sido definido expresamente por el Gobierno como uno de los escogidos para ayudar a superar la grave crisis que afrontamos. Sin embargo, y pese a que la industria solar española sea una de las más potentes del mundo, la aplicación del nuevo marco legislativo que regula esta actividad industrial está resultando muy dolorosa para el sector. Javier Anta, presidente de la Asociación de la Industria Fotovoltaica, ASIF, nos desvela las luces y sombras de un sector al que augura un gran futuro.

La industria solar fotovoltaica española ha superado con creces las expectativas de crecimiento al alcanzar objetivos que estaban marcados para 2010. El marco legislativo que regula su actividad ¿está sabiendo adaptarse a la misma velocidad? ¿Qué ajustes reclaman desde ASIF para fomentar las inversiones?

La aplicación del nuevo marco está resultando muy dolorosa para el sector. El descenso del volumen del mercado a una quinta parte del existente el año pasado, la reducción del 30% de la tarifa y la reconversión del modelo del mercado hacia la edificación está afectándonos de un modo terrible, mucho más de lo esperado; ya se han perdido alrededor de 20.000 empleos desde el pasado verano y no prevemos que el ajuste se suavice hasta el próximo verano. Conseguiríamos aliviar un poco la situación ajustando la regulación, de modo que se eliminara el cupo máximo de potencia y se simplificara la tramitación administrativa de los proyectos, especialmente en el ámbito de la edificación. Atraer financiación, aunque es más difícil que antes, no debería de ser un problema muy grave, ya que el nuestro es un sector refugio frente a la crisis.

Los obstáculos para que la energía solar fotovoltaica tenga un papel más importante en el mix generador de nuestro país ¿son de carácter económico, de falta de voluntad política para impulsarlas o de desconocimiento social?

Son una mezcla de esas tres cosas y de alguna más. Económicamente, la mayoría de las tecnologías renovables, entre las que se encuentra la fotovoltaica, todavía no son capaces de competir con las convencionales. Políticamente, aunque hay una línea de acción clara en la gran política, en la política del detalle hay numerosos obstáculos que podrían eliminarse con facilidad. Socialmente, la gente no sabe cómo aprovecharse de las energías renovables, incluso de las que ya son directamente competitivas, como la solar térmica de baja temperatura. Técnicamente, también hay obstáculos que superar, relativos a la intermitencia de algunas fuentes y la estabilidad del sistema eléctrico… Ahora bien, a grandes trazos y haciendo abstracción de los problemas concretos del sector fotovoltaico, estamos en una situación infinitamente mejor que hace sólo dos años, y con visos de que todavía se va a mejorar más.

El trabajo que viene realizando ASIF desde su constitución está sujeto al diálogo y al entendimiento con las compañías eléctricas y administraciones. ¿Cómo califica su relación?

Junto con la relevancia que ha alcanzado la energía fotovoltaica en los últimos dos años se han superado bastantes tabúes y se están abriendo muchas puertas que antes estaban cerradas. Por ejemplo, REE ahora cuenta con ASIF para la planificación de las redes eléctricas. Respecto a la Administración, ASIF es el interlocutor de referencia tanto en el ámbito estatal como en el autonómico, puesto que contamos con representantes en casi todas las comunidades autónomas. Sólo nos falta Cantabria.

Investigación, innovación y desarrollo son motores de la industria solar fotovoltaica. A la hora de acometer esta actividad, ¿consideran las empresas que forman parte de ASIF que han contado con suficiente respaldo por parte de las Administraciones?

Pienso que el apoyo a la innovación en un país tan necesitado de ella como el nuestro siempre es escaso, pero no puedo negar que si España tiene una de las industrias solares más potentes del mundo, se debe, en buena medida, a la colaboración que ha existido entre el sector público y el sector privado.

El sector fotovoltaico, definido por el Gobierno como uno de los escogidos para ayudar al país a superar la actual crisis económica, no parece estar del todo contento con la actuación de algunos ministerios como el de Industria, Turismo y Comercio, ¿es así?

No podemos estarlo con todo lo que el sector está sufriendo tras el cambio de regulación, pero somos comprensivos y somos los primeros en asumir que la tendencia que teníamos antes era insostenible. Sin embargo, echamos de menos una mayor maduración de las medidas regulatorias y más flexibilidad para ajustarlas en función de su aplicación y de las condiciones del mercado, especialmente ahora que el mercado está transformándose de un modo radical.

«CONSEGUIRÍAMOS ALIVIAR UN POCO LA SITUACIÓN AJUSTANDO LA REGULACIÓN, DE MODO QUE SE ELIMINARA EL CUPO MÁXIMO DE POTENCIA Y SE SIMPLIFICARA LA TRAMITACIÓN ADMINISTRATIVA DE LOS PROYECTOS, ESPECIALMENTE EN EL ÁMBITO DE LA EDIFICACIÓN»

Son muchas las voces que alertan sobre la necesidad de modificar nuestro modelo energético. Además del importante coste económico que conlleva esta transformación, ¿cree que, tanto a nivel político como social, estamos concienciados de la necesidad de realizar este cambio?

No. En absoluto. Ni de la urgencia de la necesidad, ni de las implicaciones de tal necesidad. Y mucho menos en cuanto salgamos de la Unión Europea. Afortunadamente, parece que las cosas están cambiando en todo el mundo con la llegada de Barak Obama a la presidencia de EE.UU. Creo que eso va a contribuir a que tomemos conciencia de verdad.

La industria fotovoltaica tiene ante sí importantes retos, como conseguir un nivel óptimo de abastecimiento de polisilicio y reducir los costes de producción. ¿Cuenta el sector con profesionales suficientemente preparados y con la tecnología necesaria para lograr que la electricidad solar sea competitiva en relación con las demás fuentes?

Estamos ante una cuestión de escala. No tenemos ni la capacidad industrial ni humana para hacerlo a corto plazo. Tam-poco es una pelea justa, porque las energías convencionales no incluyen todos sus costes en el precio de la energía útil que producen. Sin embargo, a medio y largo plazo, tenemos todas las de ganar. La fotovoltaica, por ejemplo, será rentable, sin ningún tipo de ayudas, dentro de cinco años más o menos.

Las expectativas de rentabilidad del negocio solar supongo que está propiciando la entrada de personas total-mente ajenas a esta actividad que ven en este mercado una fuente segura de ingresos. ¿Supone este intrusismo un problema añadido para el sector o, simplemente hay que observarlo como un factor de avance en la medida que atrae nuevas inversiones?

No es cuestión de intrusismo. Una de las características de las renovables en general, y de la fotovoltaica en particular, es que son tecnologías y mercados accesibles para empresas de sectores económicos ajenos, hasta ahora, al mundo energético. Y eso incluye también a los particulares. Con la llegada de las renovables, la energía ha dejado de ser el ámbito de unas pocas y gigantescas corporaciones empresariales.

La industria solar fotovoltaica ha logrado desarrollar un tejido socioeconómico e industrial de gran calidad y capacidad en nuestro país. ¿Cómo encara el futuro de cara a su consolidación? En este sentido, ¿qué le pedirían desde ASIF al nuevo Plan de Energías Renovables 2011-2020?

Que contemple adecuadamente el tremendo desarrollo que vamos a alcanzar en cuanto logremos la rentabilidad, es decir, en cuanto a los consumidores nos resulte más barato instalarnos paneles solares en el tejado y autoabastecernos de energía que comprarla a la compañía eléctrica. Esto va a llegar hacia 2015, y debemos estar preparados para ello, no sólo adoptando una regulación apropiada, sino también diseñando y desplegando un sistema de redes inteligentes y almacenamiento masivo a pequeña escala -como el de los coches eléctricos- para gestionar todos esos flujos energéticos y almacenar la electricidad que no podamos consumir para consumirla cuando no produzcamos, como ocurre por las noches.

¿Podría darnos algunos motivos para que, tanto particulares como empresas, se decidan a dar el paso de instalar un sistema fotovoltaico y conectarlo a la red?

En primer lugar porque contribuye a frenar el calentamiento global, que es la razón que impulsa a los gobiernos de las sociedades avanzadas a apoyar el desarrollo fotovoltaico. En segundo lugar porque es energéticamente muy rentable. En tercer lugar porque es económicamente rentable, gracias a las ayudas públicas. En cuarto lugar porque fomenta la innovación. Y en quinto lugar… porque son muy bonitos.

¿Tenemos algo que envidiar y que podríamos copiar de la industria solar fotovoltaica alemana?

Su modelo de crecimiento, a diferencia de lo que ha ocurrido en España hasta ahora, es sostenible.

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