Industria europea: Fabricando incertidumbres

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Las fábricas europeas encaran el nuevo milenio con las puertas entreabiertas. Temen abrirlas al futuro por si por ellas se escapa un pasado glorioso que todavía da beneficios. Pero las cosas van a cambiar; ya están cambiando. La industria del viejo continente es fuerte pero hace tiempo que dejó de ser el motor de la economía europea. Cuando países emergentes como China se conviertan en las fábricas del mundo, ¿qué será de la industria europea?

Europa, la tierra que atronó al mundo con el estruendo de la primera máquina de vapor y que dio a la Historia el escenario para la Revolución Industrial, siente ahora, más de 200 años después, un temblor amenazante bajo los viejos cimientos de su industria. El avance del sector servicios, la parálisis en la inversión en investigación y desarrollo (I+D), la deslocalización de fábricas hacia Europa del Este y la amenaza de la competencia de nuevas economías como la china y la india son sombras que se ciernen sobre la industria europea a modo de hordas bárbaras y crisis internas como las que acabaron con el antiguo Imperio Romano. La industria en Europa es fuerte por ser vieja, pero esa misma antigüedad puede ser la que acabe costándole el pellejo. Las cosas están cambiando y lo hacen con el sello de fábrica más característico de nuestro tiempo: la velocidad.

En la era de la globalización, de la comunicación y la tecnología, todo se mueve deprisa, a veces demasiado. Nuevos países se forman en un solo día, las guerras se declaran y se concluyen en un tiempo récord sin necesidad de un único disparo, y las empresas desaparecen aquí y reaparecen allí a golpe de fusiones, absorciones y decisiones que no necesitan más que unas pocas horas para formalizarse. Hoy, la caída del Imperio Romano hubiera sido cosa de una noche en vela para un emperador desconcertado.

Acostumbrados a la monotonía de los previsibles ciclos de la economía de mercado y a la inercia de la guerra fría, asistimos perplejos a un mundo de principios del siglo XXI marcado por la incertidumbre. El 11-S nos dio la bienvenida. Avances rápidos en ciencia y tecnología, desarrollo imparable y universalización de las comunicaciones, internacionalización de los fenómenos económicos, políticos y sociales, interdependencia, diversificación de los productos, segmentación de los mercados, individualización del consumo. Lo dicho: las cosas se mueven deprisa, literalmente a la velocidad de la luz.

Los periódicos son testigos de ello y no hay más que acudir a las hemerotecas y lanzar al aire un “¿qué hay de lo mío?” para hacerse una idea de por dónde van los tiros. En el caso de la industria euro-pea los titulares son elocuentes: La patronal automovilística europea prevé su fin en 50 años si no se reducen los costes (El País, 13-01-2005), La industria farmacéutica europea amenaza ruina (El País, 17-022002), La industria de la UE pierde frente a EE UU (Cinco Días, 12-12-2003), Europa abandona la industria (El País, 22-01-2006).

Cambios vertiginosos ante los que la vetusta industria europea, apoltronada en sus rutinas productivas casi decimonónicas, deberá ponerse en movimiento, pues en un mundo de competencia global permanecer inmóvil no es una opción. Los países en vías de desarrollo arañan cuota de mercado fabricando los mismos productos con unos costes de producción mucho más bajos. Las empresas europeas no pueden competir con ellos en precios. Mientras tanto, los países más industrializados, que han comprendido esta lección, apoyan su estrategia de supervivencia en la I+D científico-tecnológica, bien para ofrecer productos con un mayor valor añadido inalcanzable para los países de reciente industrialización, o bien para abrir nuevos mercados con productos innovadores de tecnología puntera.



















































































































































































































































Ranking Empresa Pais Actividad Volumen de negocio
(millones de euros)*
1 Daimler Chrysler Alemania / EEUU Automóvil 162.379
2 Volkswagen Alemania Automóvil 85.552
3 Siemens Alemania Electrónica 78.390
4 Fiat Italia Automóvil 57.603
5 Unilever Reino Unido / Países Agroalimentaria 47.581
6 PSA-Peugeot-Citroen Francia Automóvil 44.181
7 Renault Francia Automóvil 40.175
8 Phillips Países Bajos Electrónica 37.861
9 Thyssen Krupp Alemania Siderurgia 37.206
10 BASF Alemania Química 35.945
11 BMW Alemania Automóvil 35.355
12 Alcatel Francia Material de telecomunicación 31.408
13 Ericsson Suecia Material de telecomunicación 30.882
14 Nokia Finlandia Material de telecomunicación 30.376
15 Olivetti Italia Electrónica 30.116
16 Bayer Alemania Farmacéutica 29.985
17 Saint Gobain Francia Material de construcción 28.815
18 Vivendi Environnemen Francia Residuos 26.394
19 ABB Suecia/Suiza Electrónica 25.506
20 Eventis Francia Quimica Farmacéutica 22.304
21 Audi Alemania Automóvil 19.952
22 Diageo Reino Unido Agroalimentaria 18.746
23 BAT Reino Unido Tabacalera 17.367
24 Astrozeneca Reino Unido Farmacéutica 16.627
25 Usinor Francia Siderurgia 15.733
26 Anglo American Reino Unido Metales no férreos 15.596
27 Michelin Francia Neumáticos 15.396
28 BAE Systems Reino Unido Aeronáutica de Defensa 15.348
29 MAN Alemania Camiones, autobuses, 15.048
30 Corus Reino Unido Siderurgia 14.890
31 Volvo Suecia Automóvil 14.683
32 Danone Francia Agroalimentaria 14.287
33 Electrolux Suecia Menaje del Hogar 14.053
34 Akzo Nobel Países Bajos Química 14.003
35 Mannesman Alemania Bienes de Equipo 13.112
36 Ford-Werke Alemania Automóvil 13.111
37 Stora Enso Finlandia Papel 12.947
38 Henkel Alemania Química 12.779
39 L´Oreal Francia Cosmética 12.671

* Cifras de negocios 2000 Fuente: Enjeux, Les Echos-Noviembre 2001

La Unión Europea (UE) parece haber decidido subirse a este segundo tren, pero todavía no ha comprado el billete. Mientras que Estados Unidos (EE UU) y Japón invertían en 2003 el 2,6 y el 3,15% de su producto interior bruto (PIB) en acciones de I+D respectivamente, la media del gasto de la Unión Europea de los 25 en investigación se quedaba en el 1,9%. La propia industria europea no termina de implicarse. Así, de nuevo en 2003, el 55,9% del gasto doméstico en I+D provenía de la industria en el caso de la UE, comparado con el 63,1% en EE UU y el 73,9% en Japón.

La Comisión Europea se ha propuesto acortar distancias y convertir a la UE, a tavés de la denominada estrategia de Lisboa, en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo antes de 2010. Ése es el punto de llegada. Veamos cuál es el punto de partida.

Chequeo a la industria europea

El desarrollo económico de las naciones parece evolucionar en un sentido determinado según una ley no escrita: de la agricultura a la industria hasta llegar a una economía sostenida por los servicios. Europa, como la mayoría de las economías más desarrolladas del mundo, ha seguido ese itinerario, y actualmente el terciario es el principal sector de la economía, mientras la manufactura pierde posiciones.

Cerca del 70% del PIB de la UE se genera en el sector servicios. Las cifras de empleo por sectores van en la misma línea. En 2004, 130 millones de personas de los 25 países que forman parte de la UE trabajaban en el sector terciario (66,9%), mientras que sólo 36 millones (18,7%) estaban empleados en la industria, según un informe reciente de Euros-tat, la agencia estadística de la UE.

No se trata de un hecho puntual, sino más bien de una tendencia. Entre 1999 y 2004, según la tasa media de crecimiento anual de la UE, el empleo del sector industrial tradicional descendió un 1,2%. En el mismo período, el relacionado con la industria de alta tecnología, decreció todavía más: un 2%. En cambio, el empleo en el sector servicios creció en la UE un 1,9% entre 1999 y 2004.

Las razones de este cambio en el empleo industrial son claras, según los expertos. Por un lado, las factorías euro-peas están externalizando algunos servicios. Es lo que se conoce como outsourcing: algunas tareas que antes realizaban los propios empleados de la empresa son encargadas a otras compañías. Es el caso de la limpieza, el mantenimiento o la vigilancia.

LA PRODUCTIVIDAD MEDIA DEL TRABAJADOR MECÁNICO EUROPEO ES MUCHO MENOR QUE LA DE SUS COLEGAS NORTEAMERICANOS Y JAPONESES, Y LA TASA DE CRECIMIENTO DE ESA PRODUCTIVIDAD ES MUCHO MENOR

Pero hay otro motivo más relevante: las empresas manufactureras europeas se están deslocalizando, o sea, salen de sus fronteras para trasladarse a países con costes de producción menores. “En los últimos años hemos asistido en el sector servicios y manufacturero a un aumento de la tendencia hacia la externalización y el traslado de empleos a terceros países. La globalización fuerza inevitablemente a las compañías a buscar la ubicación más barata. Esto ha abierto el debate sobre una posible desindustrialización de Europa. Y esta situación hay que afrontarla seriamente. Europa tiene que reaccionar”, advierte Philippe de Buck, secretario general de la patronal europea Unice.

Para muchos expertos, como el propio de Buck, la deslocalización puede ser positiva por lo que supone de expansión de la empresa europea al resto del planeta, pero desde luego no puede ser la única carta para la UE. Así lo cree también Amparo Roca Zamora, profesora del departamento de Estructura Económica de la Universidad de Valencia y execonomista de la Dirección General de Mercado Interior de la Comisión Europea. “Buscar la competitividad vía precios en sectores marcados por el uso intensivo de mano de obra trasladándose a países con factores de producción baratos no tiene futuro. La única salida para la industria es la I+D”, señala Roca Zamora.

¿Dónde están los grandes?

Ésa es precisamente la salida que tomaron hace tiempo países como EE UU y Japón, y ahora parecen estar situados en una mejor posición de cara a los próximos años. A cuatro años de cumplirse el plazo establecido en el año 2000 por la estrategia de Lisboa para convertir a la UE en la economía más competitiva del mundo, la brecha entre Europa y Estados Unidos más que estrecharse parece que se amplía. Según un estudio encargado por la Comisión Europea en 2003, el 80% de la industria europea muestra tasas de productividad decrecientes desde 1995. Por contra, más de la mitad de estas tasas se tornan crecientes en Estados Unidos. Si a EE UU lo colocamos en la base de un índice (base 100), la media de la UE se encuentra en 92,1%. Ello quiere decir que en EE UU se genera un 7,9% más de producción que en la UE por cada hora trabajada.

Una análisis más detallado muestra que en realidad la UE aventaja a EE UU en productividad en los sectores industriales tradicionales. De hecho, aunque el crecimiento global de la productividad en la UE es significativamente menor que en EE UU, en cerca de la mitad de todas las industrias el crecimiento de la productividad en la UE es mayor. Así ocurre en muchos de los sectores manufactureros de media y baja tecnología. Para muchos expertos, este tipo de especialización que muestra la industria europea tiene su riesgo, dado que la competencia asiática y de Europa del Este hacen gradualmente mayores incursiones en segmentos de mercado de mayor valor añadido.

Por contra, EE UU permanece en cabeza en sectores tecnológicamente avanzados. Los rankings por industrias revelan que los sectores tecnológicamente avanzados están claramente dominados por las compañías norteamericanas y japonesas. La industria aerospacial, donde EADS comparte el liderazgo con Boeing, es la única excepción. Europa está claramente en inferioridad en los sectores del equipamiento y servicios informáticos y en el de los semiconductores. Por contra, las empresas europeas mantienen posiciones de liderazgo en sectores manufactureros como la ingeniería y la construcción, los equipos de maquinaria, la química y el petróleo. Éstos son, sin embargo, los sectores en los que las compañías chinas están ganando terreno con mayor rapidez. Por ejemplo, China copa ya el 62% de la producción mundial de reproductores de DVD y el 41% de DVD-Roms.

Sectores estrella

Más allá de lo que ocurra en el futuro, lo cierto es que la industria es una pieza clave de la economía europea. El sector manufacturero es responsable de una quinta parte de toda la producción en la UE y emplea a cerca de 34 millones de personas. Además, se trata del vector esencial por el que fluye el nuevo conocimiento para su aprovechamiento en la generación de riqueza. No en vano, cerca del 80% del gasto privado en I+D se realiza en el sector manufacturero. Por ello, la industria genera productos novedosos e innovadores que dan lugar a tres cuartas partes de las exportaciones de la UE. Pero la importancia económica del sector secundario se amplia por su resonancia sobre las demás áreas de la economía, ya que la industria es un importante cliente del sector servicios.

Además, otra fortaleza del sector secundario en la UE es la diversificación de su parque industrial. Europa no es una zona de monocultivo manufacturero; prácticamente todas las ramas de la industria están representadas. Sin embargo, existen algunas que constituyen las verdaderas patas sobre las que se asienta la producción en el viejo continente. Según el documento EU Sectoral competitiveness indicators editado en 2005 por la Dirección General de Empresa e Industria de la Comisión Europea sobre datos referidos a la UE de los 15, esos sectores principales son la ingeniería mecánica, la química, los productos minerales no metálicos, la aeronáutica y astronáutica, la imprenta y las artes gráficas, y el instrumental científico. Todos juntos, estos sectores suponen el 42% de todas las exportaciones industriales, aunque la ingeniería mecánica y la química por sí solas ya representan el 32%. Otros sectores relevantes son la industria del automóvil y la de productos de ingeniería eléctrica.

Por su parte, el sector de la ingeniería mecánica es una gran rama de la industria en la UE. 21.315 empresas con 20 o más trabajadores produjeron en 2003 máquinas y otros equipos mecánicos por valor de 360.086 millones de euros, empleando directamente a 2,24 millones de personas. Su tamaño convierte a la UE en el mayor productor mundial de equipamiento mecánico, claramente por encima de EE UU y Japón (279 y 172 billones de euros en 2002 respectivamente). Además, supone el 7% de la producción y el empleo de la industria manufacturera de la UE y el 8% de su valor añadido.

China es la gran economía emergente que amenaza la industria europea.

El liderazgo europeo en este sector no es, sin embargo, total. La productividad media del trabajador mecánico europeo es mucho menor que la de sus colegas norteamericanos y japoneses y la tasa de crecimiento de esa productividad es mucho menor. En valores constantes, el empleado mecánico japonés generó en 2003 91.000 euros, el estadounidense 86.000 y el europeo 56.000. Esta diferencia en la productividad, unida a unos costes laborales relativamente elevados, la creciente competencia de países industriales emergentes y la actual y desfavorable tasa de cambio del euro puede afectar a la futura competitividad del sector.

En el campo de la química la UE es, con 360 billones de euros de facturación, el líder mundial (28% de la producción mundial). El sector químico emplea a 1,3 millones de personas y genera el doble de esa cifra en empleos indirectos. Si incluimos la industria de la goma y el plástico, el sector químico representa cerca de 60.000 empresas y unos recursos humanos de alrededor de 3 millones de trabajadores. Esto convierte a la industria química en una de las mayores de la UE. Representa el 12% del valor añadido total en la industria europea y el valor añadido por empleado es casi dos veces mayor que la media en toda la industria. La contribución del sector químico al PIB en la UE de los 15 alcanza el 2,4%.

Los principales retos para la industria química europea son el lento incremento de la demanda en Europa, el rápido crecimiento de la demanda en Asia, la deslocalización de las industrias clientes, los mayores costes de producción y un ambiente cada vez más regulado. Según un estudio del Consejo de la Industria Química Europea publicado en 2004, la contribución de la UE a la producción química mundial podría caer del actual 28% al 23% o al 16% para 2015 respectivamente según se dé el mejor o el peor escenario. Y es que durante las tres últimas década nuevos países en Asia y Oriente Medio han surgido como importantes fabricantes de productos químicos.

Airbus: la fuerza de un nombre

Otro de los principales soportes de la industria europea es el sector aerospacial. Con el apoyo de algunos Estados europeos la empresa que fabrica los famosos Airbus, EADS, se ha convertido en una alternativa seria al dominio estadounidense de los cielos. En 2003, la industria aerospacial europea dio empleo a más de 415.000 personas de manera directa y alcanzó una facturación de 74 billones de euros, de los cuales un 14,5% se reinvirtieron en I+D. A pesar de las recientes depreciaciones en bolsa, el éxito del Airbus ha cambiado el panorama de la industria aerospacial en pocos años. De un escenario en el que las empresas de EE UU controlaban dos terceras partes de la facturación global, hemos pasado a otro en el que los productores europeos realizan el 39,5% de las ventas frente al 44% de los estadounidenses.

Dada la estrecha relación entre los usos civiles y militares, la elevada inversión de EE UU en defensa e I+D con lleva una clara ventaja para la industria estadounidense, que puede aprovechar los adelantos en el campo militar para ofrecer productos innovadores en el civil. Esta situación afecta a la competitividad de la industria europea.

Si los aviones son la última adquisición del sector secundario en la UE, los automóviles fueron una de las primeras. La industria de la automoción es uno de los sectores clave en Europa. Contribuye en un 3% al PIB, supone el 7% de valor añadido industrial con 114 billones de euros en la UE de los 15, y representa el 6% del empleo total en la industria (más de 2 millones de trabajadores en la UE de los 25). La fabricación de vehículos emplea, además, a unos 10 u 11 millones de personas de manera indirecta.

Se trata de una de las industrias más afectadas por la deslocalización. Muchas plantas de producción se han trasladado a países emergentes en los que la mano de obra es más barata y las reglamentaciones son menos restrictivas. La entrada de los nuevos miembros a la UE y la amenaza de los países asiáticos ha cambiado el panorama. La solución que ha dado la industria europea es reducir costes para poder competir con precios más bajos. De hecho, el presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles y director ejecutivo de Volkswagen, Bernd Pischetsrieder, ha pronosticado la desaparición total de la industria del motor en la UE en 50 años si no se adoptan medidas inmediatas para reducir sus costes de producción. La Comisión Euro-pea ya ha puesto en marcha un grupo de alto nivel para analizar el problema y buscarle soluciones.

Por su parte, el sector de la imprenta y las artes gráficas representa el 4,5% de la producción, el 6,1% del valor añadido (101 billones de euros) y el 5,6% del empleo industrial en la UE. En cuanto al campo de la ingeniería eléctrica, el mercado europeo es el mayor del mundo con 160 billones de euros, seguido de EE UU y Japón con 100 y 91 billones respectivamente. Además, representa el 3% de la producción, el valor añadido y el empleo de la industria manufacturera de la UE con más de 8.000 empresas.

El enemigo está dentro

Toda la retahíla de cifras expuestas dibujan un panorama de evidente fuerza de la industria europea, superioridad en algunos casos. Sin embargo, los peros son muchos. Es evidente que esa superioridad europea se concentra en los sectores más tradicionales de la industria, justa-mente los de menor implicación tecnológica y los que, por ello, son más accesibles para los países que ahora se industrializan y que pueden competir con costes productivos más bajos.

CON EL APOYO DE ALGUNOS ESTADOS EUROPEOS LA EMPRESA QUE FABRICA LOS FAMOSOS AIRBUS, EADS, SE HA CONVERTIDO EN UNA ALTERNATIVA SERIA AL DOMINIO ESTADOUNIDENSE DE LOS CIELOS

Pero más allá de las amenazas externas, lo cierto es que los mayores obstáculos se encuentran dentro de las fronteras de la UE. Casi 15 años después de que se suprimieran oficialmente las barreras físicas entre los países europeos y se creara el mercado único, todavía sigue existiendo una cierta división en mercados nacionales. Así lo cree Amparo Roca Zamora, profesora del Departamento de Estructura Económica de la Universidad de Valencia, que durante algunos años trabajó en el organismo encargado de hacer efectivo ese mercado único: la Dirección General de Mercado Interior de la Comisión Europea.

“La armonización está resuelta pero, aunque parezca mentira, todavía existen multitud de cuestiones técnicas que suponen barreras que evidentemente lastran el desarrollo de la industria europea”, explica Roca Zamora. “Como unificar criterios ha sido difícil, en muchos casos se ha aplicado el principio del reconocimiento mutuo. Yo acepto tus productos y tú los míos, aunque sigan especificaciones técnicas distintas. Pero ¿qué ocurre? Pues que hay consumidores que rechazan los productos que no siguen las normas nacionales”, señala.

Esta situación afecta especialmente a los productos de alto contenido tecnológico y a la industria de la alimentación, sectores sujetos a mayores controles y reglamentaciones técnicas. “En la medida en que el mercado interno no esté completo e integrado, se dificultará la competitividad europea, ya que las empresas no podrán aprovechar las economías de escala y tendrán que seguir fabricando más de un producto para recoger las especificaciones de los distintos países”. Una situación que Amparo Roca cree que se agravará a raíz de la entrada de los nuevos países a la UE. “Habrá muchos problemas de desconfianza entre países y consumidores. Si ya no nos fiamos entre nosotros, de ellos aún nos fiaremos menos”, concluye.

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