Impredecible

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Llevamos años diciendo que la aparición del correo electrónico y la comunicación por Internet habían modificado nuestros hábitos de escritura. Se ha dicho que habíamos vuelto a escribir, si no más, con mayor regularidad. Parecía que nos habíamos vuelto más predecibles. Recibes un correo-e y lo contestas, pero ahora nos dicen que esto no es así. Resulta que nuestro comportamiento con el correo-e también, como en muchas otras de nuestras actividades, es impredecible y aleatorio. Las estadísticas y los datos no están ajenos a la red, donde todo se puede comprar y vender y las probabilidades sin domar no se aceptan bien cuando se quiere controlar la conducta humana. Sin embargo, los estudiosos de nuestro caos sugieren que la capacidad de predecir el comportamiento humano es limitada

¿Es el ser humano predecible o su comportamiento es totalmente aleatorio? Un equipo internacional, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se ha hecho esta pregunta para analizar una de las actividades humanas más comunes, la comunicación por escrito, y ha logrado establecer un modelo complejo que explica cómo nos comunicamos a través de cartas y correos-e. Las conclusiones del estudio, que aparecen publicadas en Science revelan que este proceso no responde a la necesidad humana de contestar a otros individuos, teoría aceptada hasta el momento, sino que el ser humano se comunica sobre todo de forma aleatoria, en función de su propia naturaleza y algo de casualidad. Es más probable que un individuo continúe escribiendo correos-e una vez que ha escrito el primero, para usar su tiempo de forma más racional, explica Daniel Stouffer, uno de los firmantes del estudio.

Los estadísticos, para las cuestiones aleatorias e impredecibles basan su razonamiento en el proceso de Poisson, también conocido como ‘Ley de los sucesos raros’, una regla que indica la forma en la que se distribuye un suceso en el tiempo. Se aplica sólo a sucesos poco frecuentes y aleatorios, es decir, en los que no existe posibilidad de que uno influya en el otro. Este modelo se utiliza, por ejemplo, para calcular el número de errores de ortografía que uno comete al escribir una única página, el número de llamadas telefónicas en una central telefónica por minuto o el número de servidores web accedidos por minuto. El objetivo de este estudio era conocer cuándo y por cuánto tiempo escriben las personas, datos útiles para las empresas de telecomunicaciones a la hora de ajustar sus sistemas en momentos de alta y baja demanda.

El equipo ha analizado la correspondencia de 16 figuras históricas. En su análisis, identificaron un mismo patrón de conducta que también se puede extrapolar a la correspondencia del siglo XXI, los correos electrónicos. Así que nadie se asombre cuando espera una respuesta a un correo-e y éste tarda en llegar. Aparte de la inmediatez tecnologica, los ritmos cardiacos o biológicos y nuestros cambios en la vida pueden hacer retrasar la contestación. Y es que como siempre ha sucedido, entre el intervalo de levantarse y acostarse, hechos que pueden ser predecibles, ocurren un montón de perturbaciones no siempre controlables.

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