Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030

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El origen de todas y cada una de las profesiones que hoy conocemos, y de las que están por venir, reside siempre en necesidades sociales del momento y, por ende, debemos tener bien claro que éste es el fin último de las mismas; es decir, aportar a la sociedad un conjunto de valores y capacitaciones técnicas, que permitan continuar el desarrollo y la prosperidad social.

Esto nos lleva, por tanto, a una situación donde debe existir una total armonía entre el progreso y las profesiones, donde la permanente adaptación de los profesionales al entorno sea capaz de satisfacer los cambiantes requerimientos.

Por ello, resulta primordial e imprescindible el papel de las profesiones y de los profesionales para llevar a cabo la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 aprobada por la ONU, donde se fijan 17 objetivos y 169 metas con la mirada puesta en mejorar la vida de las personas, basadas en la prosperidad y el cuidado del planeta.

Todos los objetivos son esenciales, y en todos ellos será imprescindible la participación de los profesionales, pero en este caso me quiero detener en el que para mí es uno de los más importantes y que, además, afecta de lleno a mi profesión, que no es otro que el de Industria, Innovación e Infraestructuras (Objetivo nº 9).

Y es muy importante, porque no cabe duda de que es el sector industrial (manufacturero) el que aporta una mayor estabilidad económica y social, a través del empleo, y es este sector el que ha permitido evolucionar las sociedades, hasta tal punto que se ha venido utilizando el término industrializado como sinónimo de desarrollado; algo que en la actualidad no resulta nada apropiado si se pone la vista en ciertas economías emergentes.

“NO SE TRATA SOLO DE MÁS INDUSTRIA, QUE TAMBIÉN, SINO DE MEJOR INDUSTRIA, Y PARA ELLO HEMOS DE TENER EN CUENTA QUE EN EL SECTOR INDUSTRIAL NO VALE TODO SI QUEREMOS CONSEGUIR REALMENTE LOS OBJETIVOS DE PROGRESO Y DESARROLLO”

Es por ello que se requiere una reflexión especial en este punto, y si bien es cierto que el modelo industrial de Europa y EEUU, entre otros, han supuesto la base de la prosperidad social que hoy conocemos, también se corre el riesgo de que sea ésta misma la que produzca la involución en otros países en vías de desarrollo, por el afán competitivo a costa de la mano de obra barata y esquilmar los recursos naturales.

Y para mí, hay un hito importante en la historia que conviene recordar por lo que supuso en su día, y que es totalmente aplicable en la actualidad en países en vías de desarrollo, y me refiero al modelo de Henri Ford. Una vez implantada la producción en cadena con largos turnos de trabajo y mal pagados, se multipli-có el absentismo y se produjo una estampida de trabajadores, lo que no solo disminuyó la productividad, sino que puso en riesgo la continuidad de la industria por la falta de mano de obra, y ello le llevó a tomar las soluciones que debemos tener muy presentes. No solo redujo el horario de trabajo estableciendo un turno más, sino que además duplicó el sueldo a los trabajadores y redujo el precio de su Ford T a menos de la mitad, y este conjunto de actuaciones fue lo que le catapultó al éxito empresarial y además introdujo un importante desarrollo social, que permitió, entre otras cosas, que sus propios trabajadores pudiesen comprar los coches que fabricaban.


Por tanto, no se trata solo de más industria, que también, sino de mejor industria, y para ello hemos de tener en cuenta que en el sector industrial no vale todo si queremos conseguir realmente los objetivos de progreso y desarrollo que aporta.

La industria es sinónimo de competitividad, porque aquella industria que no es competitiva desaparece, pero también es sinónimo de innovación, porque aquella que no se adapta a los cambios hará lo propio. Los avances tecnológicos que a su vez están generados en parte por la propia industria deben de ser implantados e interiorizados, y en ello tienen una máxima responsabilidad los profesionales.

La inteligencia artificial, la realidad virtual, la digitalización, la realidad aumentada, la robótica, el big data, la impresión 3D, etc., requieren de los mejores Ingenieros y profesionales que sean capaces de trasladar esas tecnologías disruptivas a las industrias y empresas, que posibiliten por tanto la competitividad que necesita el sector.

Y todo ello debe venir además acompañado de unos valores y principios éticos que respeten el entorno y la dignidad humana, porque de otro modo no será posible conseguir el efectivo desarrollo sostenible que una buena industria puede proporcionar.

José Antonio Galdón Ruiz

Presidente del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España

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