Ingenieras

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Ciencia, tecnología, innovación, términos que se conjugan en femenino. La mujer construye el futuro desde siempre, desde que no había más futuro que el del día siguiente, impuesto por las leyes de la naturaleza.

En la memoria colectiva tenemos mujeres que emprendieron la aventura de imaginar un futuro de prosperidad: Marie Curie, Amelia Earhart, Hypatia de Alejandría…, se trata de ciencia en femenino.

Hoy día sumar las palabras “Ingeniera” y “Mujer” no es una excepción, nos encontramos en un momento de cam-bios,venciendo barreras que hace mucho que debían estar superadas: “techo de cristal”, “igualdad laboral”. Me refiero a los roles sociales que conllevan las profesiones en general y la ingeniería en particular.Estamos en un momento donde la mujer está más presente que nunca en nuestra sociedad, pero aunque el número de mujeres ingenieras está aumentado, su evolución sigue siendo a cámara lenta. Somos más sí, pero aún no somos las suficientes.

Esta situación no es exclusiva de nuestra profesión, afecta de lleno a las carreras científicas y, con especial ímpetu, a las tecnológicas. Las chicas suponen algo más de la mitad (54%) de los universitarios españoles, pero solo son el 25% de los estudiantes de los grados de Ingeniería y Arquitectura, y un 12% en el caso de la Informática. Y es que según datos del Instituto de la Mujer, solo 3 de cada 10 investigadores de nuestro país son mujeres. Podemos llevarnos las manos a la cabeza al ver estas cifras pero debemos tener en cuenta que nos situamos por encima de la media internacional. Es evidente que a nuestro género aún le quedan retos importantes por cumplir.

Mi pregunta, y supongo que la de todo el mundo es ¿por qué?

Una posible respuesta es que a las mujeres no les guste la ciencia, así de sencillo; pero esta teoría se desmonta si entramos en cualquier aula de 1º de ESO. Yo he podido comprobar cómo estudiantes de ambos géneros se quedan embobados ante la explicación del funcionamiento de una impresora 3D. Los profesores de tecnología lo corroboran. Todos, niños y niñas, tienen el mismo interés en la asignatura, la diferencia llega cuando deben elegir la modalidad de bachillerato.

Hace unos meses en el Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de Sevilla realizamos un vídeo en el que le preguntábamos directamente a los estudiantes de entre 13 y 18 años por qué las mujeres no se interesan por la Ingeniería. La mayoría de ellos, tras reflexionar un rato, aseguraban que era porque lo podían ver como una “profesión de hombres”. Aquí radica uno de los grandes problemas que debemos afrontar los ingenieros de hoy, debemos desmentir los roles que acompañan a nuestra profesión para hacerla más plural y accesible. La base para conseguirlo está en la formación desde edades tempranas, pero también el cambio de pautas y pensamientos sociales establecidos. Para ello es necesario que las mujeres ingenieras seamos más visibles y accesibles, que consigamos tener mayor peso en nuestra profesión y logremos convertirnos en referente.

Pero volviendo a nuestro video, otra de las respuestas que llamó mi atención fue la de un chico de unos 14 años que aseguraba que “a las mujeres les gusta más tratar con seres que con objetos”. Así de claro. Es cierto que en la rama científica las profesiones vinculadas a la salud sí han logrado conquistar al género femenino. Ya es habitual tratar con una médica, una fisioterapéutica, una bióloga o una veterinaria, por no hablar de farmacéuticas o enfermeras, pero sigue siendo extraño encontrase a una ingeniera. No podemos tirar balones fuera y decir sin más que a las mujeres no les gusta nuestra profesión porque su formación es exigente y compleja, no lo es más que muchas otras.

A todo esto, hicimos a los alumnos entrevistados una segunda pregunta: ¿Qué hace un ingeniero? La mayoría de los estudiantes, tras agachar la cabeza, confesaba con voz baja que no tenía ni idea. Y creo que aquí está la clave de todo.

Tenemos la suerte de ejercer la profesión más bonita del mundo, pero no sabemos comunicárselo al resto del planeta. El desconocimiento de nuestra labor hace que la opinión que los estudiantes tienen sobre nosotros esté anticuada y anquilosada en el pasado, en una época en la que las mujeres no pisaban las Escuelas Politécnicas. Si conseguimos transmitir a los alumnos de primaria que en nuestro día a día desarrollamos soluciones ingeniosas a los problemas que tiene cualquier persona, si les hacemos “jugar” con un robot, si les damos la oportunidad de crear objetos con una impresora 3D o si le explicamos cómo funciona un coche eléctrico, no solo estaremos despertando vocaciones, también estaremos dando a conocer cómo es nuestro trabajo y la importancia que tiene en el desarrollo de la sociedad.

Vivimos momentos de cambios tecnológicos y de digitalización de procesos muy importantes, tanto que van a cambiar muchas, de las profesiones futuras.

Según estudios recientes, se prevé que para 2020 se dupliquen los empleos tecnológicos con respecto al resto de profesiones, donde habrá profesiones que tienden a desaparecer, o incluso habrán desaparecido por la transformación digital.

La ingeniería no será una de ellas, os lo aseguro. La Sociedad necesita conocimiento y nuevos talentos, y desde el papel de la mujer ingeniera se puede fomentar la igualdad. Porque, por cierto… “ingeniería” también es femenino.

Quizás así, haciendo nuestra profesión cercana y accesible, consigamos que las mujeres conquistemos, de una vez por todas, la ingeniería.

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