Expulsado del Olimpo

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“HOY SABEMOS QUE, EN REALIDAD, PLUTÓN NO ES UN PLANETA”

Hace tiempo que en astronomía las clasificaciones han empezado a ser un estorbo más que una herramienta útil. El zoológico estelar clásico, que apenas distinguía entre estrellas, planetas y satélites, se fue ampliando poco a poco con algunos astros peculiares, cometas, asteroides, novas… y, ya en el último siglo, con especies complicadas, heterogéneas y hasta monstruosas: galaxias, púlsares, cuásares, agujeros negros…

Uno de los problemas que traen de cabeza a la astronomía oficial es la definición de planeta. Ahora sabemos que el universo está poblado por cuerpos de todos los tamaños y masas que podamos imaginar, desde las motas de polvo de las nebulosas hasta las estrellas gigantes, cientos de veces mayores que el Sol. Y casi cualquier tamaño intermedio tiene representantes. ¿Qué es pues un planeta?

Por encima de los conocidos en el sistema solar, existe una frontera clara con las estrellas, ya que en éstas se producen reacciones de fusión nuclear que les permiten emitir luz propia, pero entre unos y otras se ha colado un tipo de cuerpos intermedios, las estrellas marrones, en las que se producen determinadas reacciones nucleares sin que lleguen a emitir luz visible.

Por debajo del tamaño de Plutón la cosa se complica más, porque también han surgido cuerpos de todos los tamaños posibles y no hay criterios claros para separarlos. Mientras los asteroides eran objetos de tamaño sensiblemente inferior a los planetas no había problema para su catalogación, pero ahora que el llamado cinturón de Kuiper, situado más allá de Neptuno, empieza a mostrar cuerpos y más cuerpos de tamaño creciente están surgiendo las dudas.

La cosa no tendría mayor importancia si no fuera porque el Olimpo planetario solar tiene suficiente tradición como para que cueste plantearse su modificación. Los planetas son, según se viene estudiando en las escuelas de todo el mundo desde hace 70 años, nueve: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Este último, descubierto en 1930, se incorporó con suma rapidez al catálogo porque era un hallazgo previsto y buscado, pero… hoy sabemos que, en realidad, Plutón no es un planeta. Ya desde el principio mostró peculiaridades respecto a los otros ocho: su tamaño es mucho menor, el plano por el que se desplaza está inclinado respecto al de la eclíptica, en el que se mueven los demás, y la excentricidad de su órbita resulta tan marcada que adelanta ocasionalmente a la de Neptuno para volver a situarse después más allá de nuevo. Plutón es un cuerpo más de un gigantesco conjunto de ellos, que forman el llamado Cinturón de Kuiper, que ocupa el espacio situado más allá de la órbita de Neptuno, a 4.500 millones de kilómetros del Sol. Estos objetos, denominados KBO (Kuiper Belt Objects) se encuentran dispersos en el enorme espacio comprendido entre las 30 y las 100 Unidades Astronómicas (cada una de las cuales equivale a la distancia de la Tierra al Sol, unos 150 millones de kilómetros), de distancia de nuestra estrella.

Durante las últimas décadas se han venido descubriendo centenares de KBO, pero el toque de gracia para Plutón ha llegado en 2005 con el descubrimiento de uno de ellos mayor que éste. Todo empezó el pasado julio, cuando un equipo español del Instituto de Astrofísica de Andalucía, liderado por José Luis Ortiz, anunció la existencia de un objeto de tamaño semejante al de Plutón, al que denominó 2003 EL61. El hallazgo fue objeto de una polémica con otro grupo de astrónomos estadounidenses, capitaneado por Michael Brown, que reivindicaba el descubrimiento, ya que venían siguiendo al objeto desde enero, aunque no lo habían dado a conocer. Y para zanjar la polémica definitivamente, Brown reveló la existencia de otros dos objetos aún mayores, 2005 FY9 y 2003 UB313, mayor incluso que Plutón, por lo que reivindicó su nombramiento como el décimo planeta.

Pese a que la cuestión lleva años debatiéndose, los miembros del comité de la Unión Astronómica Internacional que debe pronunciarse sobre el asunto no han aprovechado la ocasión para aportar criterios definitivos que permitan cerrar la cuenta de los planetas. Una decisión que debería consistir en la expulsión de Plutón del Olimpo planetario para darle la categoría que le corresponde. Reunidos en septiembre para resolver la cuestión, los expertos han venido a complicarla aún más creando una nueva clasificación de los planetas en la que se distinguirán entre cuatro categorías: terrestres, gaseosos, extrasolares y transneptunianos.

Pero la adopción de subcategorías no soluciona la cuestión principal, porque si los transneptunianos pasan a engrosar la lista de planetas, en un futuro próximo nadie será capaz de recitarlos todos, ya que el número de cuerpos KBO de tamaño semejante o superior al de Plutón asciende seguramente a miles, quizás millones. Mientras, 2003 UB313, a través de su descubridor, sigue reclamando el estatus que le corresponde por su tamaño, aunque se encuentre a 10.000 millones de kilómetros del Sol, el doble que su colega Plutón, y aunque su órbita sea más peculiar aún que la de éste.

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