En apoyo de la industria

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Sin olvidar que nuestro apellido profesional es industrial, es oportuno también recordar unas máximas muy claras que no por conocidas, tiempo ha, dejan de ser actuales y reales, como ‘sin industria no hay desarrollo’.

Porque verdaderamente, ¿cuándo hemos visto en la historia reciente el crecimiento de un país sin el desarrollo de su industria?, pocas veces, por no decir ninguna, pues aún en los casos de rápido crecimiento económico por el descubrimiento de riqueza natural en el subsuelo, caso de minerales, gas o petróleo, el descubrimiento lleva inmediatamente aparejado el crecimiento de la correspondiente industria extractiva.

El número de TÉCNICA INDUSTRIAL, que ahora poseen en sus manos nuestros amables lectores, tiene por tema central los Retos de la Ingeniería. Entre esos retos de la ingeniería y del ingeniero a nadie le cabe ninguna duda que está, en el corto plazo, la reindustrialización, considerada como la recuperación, al me-nos en parte, del amplio tejido industrial que disponía solamente unos pocos años atrás nuestra España.

Tejido industrial del que el sector primario ha sido sin duda el más afectado; recursos naturales y energéticos, industrias de bienes de equipo, con industrias de tamaño que, por circunstancias primero del mercado y los costes de producción, fueron pasando a grandes corporaciones y ahora por la globalización se están deslocalizando. Todos conocemos, y algunos sufrido, los avatares de la industria minera-extractiva, de la industria aeronáutica y de la naval; o los devenires medioambientales que han hecho que desaparezcan prácticamente las industrias de la madera en toda Europa, cuando en EEUU sigue siendo un sector productivo de gran importancia.

Hemos pasado de un país bastante industrializado a ser mayoritariamente de servicios, gracias a que aún conservamos del sector industrial primario, industrias de automoción, aunque de multinacionales extranjeras, industrias ferroviarias, en gran parte nacionales, algunas industrias de construcción naval de embarcaciones deportivas y recreativas, y mantenemos en un nivel importante, considerado y reconocido, gran parte de nuestra industria textil, sector que fue motor de la primera revolución industrial.

Atrás han quedado muchas, muchas industrias, demasiadas. De todas aquellas florecientes en los años 60, permanece y ha crecido la industria turística, del sector servicios, que durante años ha impulsado la construcción, como industria madre de muchas otras que necesita para su desarrollo; pero no son pocas las industrias y los sectores industriales que o han desaparecido o su presencia actual ha pasado a testimonial hoy, cuando era importante.

Es evidente que no podemos ni podremos recuperar lo per-dido en todos estos años, pero sí debemos y podemos apoyar y fomentar el desarrollo de otras industrias del sector secundario productivo, como energías renovables en el que sí somos referente internacional, como también del sector primario con el de grandes infraestructuras civiles, que igualmente arrastran e incluyen un sinfín de otras industrias de todo tipo.

Algo debemos y tenemos nosotros como ingenieros que desarrollar todavía, las Ingenierías del sector servicios profesionales, de las que tenemos muchas, algunas muy importantes y reconocidas internacionalmente; otras demasiado pequeñas, en las que deberíamos fomentar la cooperación, en cualquiera de sus formas asociativas, para hacerlas más multiservicios y pluriactivas, ampliando el ya por sí amplio abanico de actividades.

Hay figuras asociativas de características especiales, incluso temporales, complementarias de la conocida unión temporal de empresas, como son las agrupaciones de interés económico que tienen su base en el desarrollo comercial encaminado a los mercados exteriores, en las que varias industrias o empresas de un sector se agrupan para desarrollar estrategias de mercado básicamente internacional, pero también nacional.

Y, recordando igualmente aquella otra máxima conocida ‘sin ingenio no hay industria’, ahí estamos nosotros los ingeniosos ingenieros para hacer ver y demostrar que el ingenio crea industria. Tenemos el ejemplo de una multitud de compañeros, que haciéndose eco de nuestro apellido industrial se han dedicado a ser industriales, calificación profesional que antes era signo de lo que es, algo identificativo del ingenio emprendedor.

Éste es nuestro reto actual, reto de la ingeniería, apoyar la industria, sus sistemas productivos, su rentabilidad económica y su ayuda a la sociedad a la que servimos por principio inalienable de nuestra profesión.

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