Dos modelos de ingenieros

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Para que exista un modelo de ingeniería superior, supuestamente tiene que haber otra ingeniería subordinada. Los que ya hemos pasado muchos equinoccios, sabemos que esto es un cuento chino. Lo es porque la subordinación jerárquica ha sido una realidad incuestionable. La subordinación de la realidad técnica y pragmática de hacer el trabajo de cada día no ha existido jamás en nuestro país. Nunca hemos estado subordinados técnicamente porque no lo hemos necesitado, pero, sobre todo, porque realmente no teníamos a nadie detrás que nos sacara las castañas del fuego, aunque tuviéramos detrás ingenieros «superiores», salvo pocas y muy honrosas excepciones que estarán en la mente agradecida de cada uno de nosotros y que ciertamente no vamos a hurtar. Pero que conste: en muy contadas ocasiones. La ingeniería técnica industrial, en su época, en su momento, con sus medios, ha resuelto felizmente lo que le correspondía y nunca fuimos manijeros al servicio de otros.

Bajo el punto de vista jurídico, tampoco nuestras atribuciones estaban subordinadas, siempre que estuvieran en los parámetros de la Ley 12/86, Decreto de septiembre de 1935 y otros.

Nuestra autonomía como ingenieros siempre ha sido enorme, a veces tal vez desproporcionada. Basada más en la confianza personal del empresario y de nuestros jerarcas «por saber resolver» que en nuestra amplitud de conocimientos. Pero ésa época ya está pasando.

Los constantes cambios tecnológicos de hoy, el I+D+I, la Unión Europea y el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) requieren otro ingeniero diferente de los modelos napoleónicos, preconstitucionales y conservadores que hoy existen y que unos «poquitos» quieren preservar. Yo diría que lo que quieren es atar los privilegios, las tribuciones latifundistas, los sistemas feudales departamentales universitarios y otras muchas prebendas que vienen de confundir un título académico con un título nobiliario.

“EL INGENIERO DE GRADO DE CUATRO AÑOS DEBE SER LA CONTINUIDAD ACTUALIZADA DEL INGENIERO TÉCNICO INDUSTRIAL, CON IDENTIDAD EUROPEA, Y DE ACUERDO CON BOLONIA. HACER OTRA COSA DEJARÍA HUÉRFANA A LA PEQUEÑA Y MEDIANA INDUSTRIA ESPAÑOLA DE UNA FIGURA DE GRAN RECONOCIMIENTO SOCIAL”

Hace poco, en una reunión patrocinada desde la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y en el Consejo de Coordinación Universitaria, alguien nos dijo que los ingenieros técnicos industriales habíamos estado robando atribuciones a los ingenieros industriales; y que nunca un practicante (ATS) había operado a los enfermos. Eso ya lo había escuchado personalmente hace más de 30 años, pero quien lo decía, puedo garantizar que no sabia hacer la o con un canuto y eso que era «superior». Estamos ante una entelequia imaginativa mantenida durantes muchos lustros que hay que desmontar. Es el momento. Es la oportunidad. Y es el Gobierno actual el que puede hacerlo, sin desmerecer que el anterior estaba por la labor, principalmente a nivel del Ministerio de Educación.

Bien, pues eso es lo que tenemos en la orilla de enfrente. El resto de las ingenierías que no son industriales, sin duda alguna tienen otra actitud que les llevará a una ingeniería única lanzada al futuro, en la que inevitablemente concurrirán poco a poco en toda Europa, hasta ahora con algunos prejuicios elitistas como Francia, Italia, Portugal, Grecia, Malta y algunos otros.

Hay que convencer al Gobierno de España y de nuestras Comunidades Autónomas que en España hay dos modelos de ingenieros enfrentados: uno moderno, europeo, progresista. El otro inmovilista, pervivencia de un modelo decimonónico, predemocrático y conservador. Los actuales ingenieros técnicos industriales somos gestores, estamos «dentro de las fábricas», en las obras, entre los trabajadores manuales, en los servicios esenciales de ingeniería.

El ingeniero de grado de cuatro años debe ser la continuidad actualizada del ingeniero técnico industrial, con identidad europea, y de acuerdo con Bolonia. Hacer otra cosa dejaría huérfana a la pequeña y mediana industria española de una figura de gran reconocimiento social.

Si luego hay que hacer uno o muchos máster adicionales, estamos seguros que también son necesarios. Pero eso son trabajos de encargo y que los pague cada uno de su bolsillo. Seguir igual o peor que ahora, con un ingeniero de tres años, sin atribuciones, inoperante, intencionadamente inútil, con un catálogo de títulos que parezca la lista de los Reyes Godos, para la pervivencia del «superior» es tirar el dinero y engañar al estudiante.

Por último: ¿ Alguien se atreve a saber lo que cuesta un modelo de cinco años «máster integrado» en escuelas diferenciadas, y uno de cuatro años de grado generalista? Estamos seguros que se sorprenderán. Y entendemos que nadie debe dilapidar los recursos por mucha autonomía universitaria que se defienda.

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