Contra la barbarie

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“Qué lejos se nos queda ya el pasado de hace solo unos años”.Con este tono amargo comienza Muñoz Molina su lúcido ensayo sobre la crisis (Todo lo que era sólido,Seix Barral 2013).“Todo lo que era sólido se desvanece en el aire. Lo que recordamos es como si no hubiera existido”, escribe. Aunque a vecesse nos olvide, sabemos que nada es definitivo –las libertades,el Estado de bienestar, la revolución ecológica– y que no esconveniente bajar la guardia por lo que pueda pasar, pero nosha pillado por sorpresa este desmoronamiento repentino que hatapado el futuro. Escribo la revolución ecológica, en cursiva,para relativizar la expresión, porque ya sabemos que no hubo talrevolución. Ahora, sin embargo, cuando todo se desvanece conun ensañamiento que parece una venganza planificada, piensoque fue mucho lo conseguido y que han bastado solo unosmeses para dilapidarlo. ¡Cataplum! Ejemplos:

Renovables. Comencé a interesarme por los temas energéticos a partir de un reportaje sobre la crisis de FECSA (FuerzasEléctricas de Cataluña) en los lejanos ochenta. Contacté entoncescon algunos expertos que se referían al sector eléctrico como unpoder fáctico del Estado, y ahora que pasa lo que pasa, vuelvo arecordar aquellos comentarios. Fáctico o no, las compañías eléctricas han tenido siempre mucho poder y, dependiendo delmomento histórico, lo han exhibido con mayor o menor crudeza.Pero al margen de estas consideraciones de alta política, que vienen muy a cuento, yo estaba convencido de que su apuesta porlas energías renovables era sincera, definitiva, y no veía mal quealgunas alardearan de ello en sus campañas de imagen cuandonos convertimos en potencia mundial. ¿En qué otra cosa lo hemossido? De repente, han emprendido el camino de vuelta con undescaro clamoroso; para favorecer la marca España, supongo.

“AHORA,CUANDO TODO SE DESVANECE CONUN ENSAÑAMIENTO QUE PARECE UNA VENGANZA PLANIFICADA,PIENSO QUE FUEMUCHO LO CONSEGUIDO Y QUE HAN BASTADOSOLO UNOS MESES PARA DILAPIDARLO”

Arquitectura. Dice Rafael Moneo en una entrevista en ABCCultural:“Estaría bien que los arquitectos reconociéramos queha habido excesos”. Ya lo creo que estaría bien ese reconocimiento y hasta algún que otro golpe de pecho, pero no pareceque vayan por ahí las cosas. En ese mismo suplemento entrevistan una semana después a Antonio Lamela, hijo, cuyo estudio lleva a cabo la reforma de la plaza de Canalejas de Madrid,ese bloque de hermosos edificios de antiguas sedes bancariasen los primeros números de la calle de Alcalá, al lado de laPuerta del Sol. A propósito de este proyecto se ha criticado elgusto de las Administraciones madrileñas por mantener solo lasfachadas de los edificios históricos vaciándolos por dentro.Dice al respecto el señor Lamela: “El hecho de mantener lasfachadas ayuda mucho porque si se hubiera permitido el derribo completo y la sociedad hubiera estado preparada para tenerallí algo nuevo (que no lo está), el compromiso y la labor habrían sido tan difíciles que prefiero conservar las fachadas y rellenar”.Dificultades profesionales al margen, ¿quiere decir Lamelaque si la sociedad hubiera estado preparada se los habría llevado por delante? ¿Y cuándo sabemos que está preparada?¿Por qué la nueva ley de Costas salva del derribo miles de edificios que se construyeron de manera anómala y somos luegotan pocos considerados con el patrimonio histórico?


Contaminación. Advierte Muñoz Molina en el libro citado quelo que parecía inimaginable porque era infernal se convierte encotidiano: “De un día para otro un país civilizado y desarrolladopuede hundirse en la barbarie”. La contaminación salvaje es, sinduda, una forma de barbarie. Todavía estamos lejos de la situación insoportable de otros países, pero la contaminación urbanay de todo tipo ha aumentado en los últimos años, aun a pesar dela desertización industrial. El novelista griego Petros Márkaris,creador del célebre inspector Kostas Jaritos, escribió un artículomuy interesante en El País sobre la decadencia de Atenas. Diceque, en realidad, los atenienses viven en dos ciudades, unaAtenas diurna y otra nocturna: “Seguramente solo soportan elinfierno de contaminación, ruido y atascos de tráfico porque porlas noches se les conceden unas horas en el paraíso. La oscuridad logra esconder el desagradable rostro diurno de Atenas”.¿No es tremendo? Pues todavía lo es más que la crisis haya terminado con esa Atenas nocturna. Sin escapatoria.

Internet. Siguen aumentando las voces de advertencia sobrela supuesta panacea de internet y las redes sociales. ¿Qué tieneque ver esto con la crisis económica y con la crisis ecológica enparticular? Verdaderamente tiene que ver con todo. Hemos fiadoel cambio a sofisticadas tecnologías que, además de otrosaspectos perversos (véase el escándalo mundial por el espionaje a millones de ciudadanos, presidentes de Gobierno incluidos),no parece que vayan a llevarnos hacia la sociedad perfecta. Ensu interesante ensayo Sociofobia. El cambio político en la era dela utopía digital,advierte César Rendueles de que el ciberutopismo es una forma de autoengaño que nos impide entenderque “los principales obstáculos para un mundo más justo son la desigualdad y la mercantilización”. Cita Rendueles como ejemplo el tan manoseado 15-M. “El 15-M –dice– es lo que pasó cuando dejamos de lanzar titulares en Twitter y de insultarnos en los foros y salimos a la calle a vernos las caras”. ¿Nos vemos?

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