Aniversarios

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“LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ORNITOLOGÍA CONMEMORA TAMBIÉN SU MEDIO SIGLO DE VIDA EN DEFENSA DE LAS AVES. DE TODAS LAS AVES, NO SÓLO DE LAS CONSIDERADAS ÚTILES A LA AGRICULTURA”

Coinciden en 2004 varios aniversarios que delatan la veteranía de la cultura ecológica de posguerra en nuestro país. De posguerra, escribo, porque creo haber demostrado en esta sección que existe otra muy anterior. En enero, por ejemplo, se ha cumplido el 50 aniversario del Parque Nacional del Teide (Tenerife), y en octubre celebraremos el del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (La Palma).

Se trata, en realidad, de los dos primeros espacios protegidos bajo el franquismo, seguramente pensando antes en los beneficios para la incipiente industria turística que en los aspectos meramente conservacionistas, pero ello no quita mérito alguno a la iniciativa. Desde su nacimiento en 1916, los Parques Nacionales han estado ligados al turismo; de ahí que los gestores de aquella época se preocuparan más por la construcción de caminos y carreteras de acceso que por la supervivencia de las precarias poblaciones de bucardo u oso pardo.

Es oportuno recordar que, unos meses antes de la declaración de estos dos Parques Nacionales, los González-Gordon de Jerez, copropietarios del Coto de Doñana, habían dirigido una carta de 11 folios a Franco, redactada por Francisco Bernis, fundador de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), en la que pedían esa misma categoría para Doñana, pero acaso fuera pronto para apreciar en toda su dimensión este espacio que, como ya he escrito en otras ocasiones, cambia el paradigma paisajístico en nuestro país, si bien el Teide y la Caldera introducen alguna variante (los volcanes) en la tradicional concepción estética que sólo consideraba como paisaje digno de tal nombre las montañas boscosas y poco más.

Puesto que he citado a la SEO, recordemos que el 15 de mayo de 2004 esta organización conservacionista conmemora también su medio siglo de vida en defensa de las aves. De todas las aves, no sólo de las consideradas útiles a la agricultura porque se comen los insectos, pues éstas eran las únicas que preocupaban justamente en los años cincuenta, hasta que la Sociedad Española de Ornitología comenzó a llamar la atención sobre el conjunto de la avifauna, incluidas las aves malas y dañinas, como entonces se decía de las rapaces cuyo exterminio estaba alentado por la propia Administración.

Félix Rodríguez de la Fuente, amante de las rapaces como buen cetrero, fue uno de los primeros socios de la SEO, aunque muy pronto se implicará en otras empresas. En 1968 es elegido vicepresidente de Adena (WWF en sus siglas inglesas), mientras el entonces príncipe don Juan Carlos de Borbón ostenta la presidencia de honor. A partir de aquí se fragua entre ambos una sólida amistad.

En sus primeros años de aficionado naturalista, Rodríguez de la Fuente no prestó demasiada atención a los Parques Nacionales. Poco después de que se fundara Adena, comenzaron las protestas para salvar las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) de una amenaza mortal, pero él no quiso implicarse, aunque sí permitió que Adena se sumara a la campaña y ejerció sus influencias en el ministerio de Agricultura para que finalmente se declarara este Parque Nacional en 1973. Al amigo de los animales nunca le gustaron las algaradas ecologistas, pero sus vinculaciones con el poder dieron importantes frutos.

Por esas fechas, Rodríguez de la Fuente daba vueltas en su cabeza a un proyecto que muy pronto se hará realidad. El 13 de enero de 1975, con la presencia del príncipe don Juan Carlos, se inaugura el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega (Segovia), una de las primeras reservas ecológicas gestionadas por una organización privada. Se cumplen, por tanto, 29 años. No es una cifra redonda, pero Adena ha querido darle especial relevancia, entre otros motivos porque los resultados son espectaculares. Según los últimos censos, el Refugio de Montejo de la Vega está habitado a día de hoy por 367 parejas de buitre leonado y, durante 2003, nacieron nada menos que 198 pollos. Algún otro pretexto habrá para que el 30 aniversario se celebre también por todo lo alto. Buena parte de los niños y adolescentes que pasaron por los campamentos organizados cada verano en el entorno de este Refugio (los clubes de los Linces se llamaban) son los ecologistas de nuestros días.

Digamos por último que El Ecologista, órgano de expresión de Ecologistas en Acción, y la mejor revista ambientalista que hay en estos momentos en el precario mercado del periodismo verde, cumple su 25 aniversario. No es que esta cabecera tenga esa edad, sino que en ella confluyen otras experiencias anteriores. Son, en definitiva, 25 años de un periodismo combativo y sin concesiones, siempre más atento a los asuntos relacionados con la energía, las infraestructuras o los residuos, que a los meramente conservacionistas. Felicidades a todos.

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