El ingenio de la palabra

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“INICIAMOS ESTA NUEVA SECCIÓN SOBRE LOS SIGNIFICADOS Y ORÍGENES DE LAS PALABRAS PARA EXPLORAR EL CURRICULUM VITAE DE ALGUNOS VOCABLOS, PREFERENTEMENTE RELACIONADOS CON LA INGENIERÍA Y LA TÉCNICA”

Las palabras, como una marea, van y vienen a nuestra mente, y sólo muy de vez en cuando nos quedamos absortos ante una y nos interesamos en conocer su origen y recorrer su historia. Como los seres vivos, las palabras nacen y tienen su peripecia vital (algunas caen en desuso y también mueren), y las etimologías nos explican la razón de su existencia y de su significación. Iniciamos esta nueva sección sobre los significados y orígenes de las palabras para explorar el curriculum vitae de algunos vocablos, preferentemente relacionados con la ingeniería y la técnica. Y para empezar podemos fijarnos, verbigracia, en estas dos palabras.Si bien verbigracia (del latín verbi gratia) se utiliza como “a modo de ejemplo”, también tiene un sentido más metafórico, afín a nuestro objetivo: «por causa de una palabra».

Vayamos, pues, con la ingeniería y los ingenieros. Si nos remitimos al Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas, debemos empezar por «genio», una voz tomada del latín ge?nius, «deidad que según los antiguos velaba por cada persona y se identificaba con su suerte», «la persona misma, su personalidad», derivado de gignere, «engendrar». La primera documentación tiene fecha de 1490, en el Universal vocabulario en latín y en romance, editado en Sevilla por Alonso Fernández de Palencia, que hablaba de la divinidad de los antiguos. Hay varias acepciones. Según el mismo Corominas, la que se refiere a «grande ingenio, fuerza intelectual extraordinaria» es una innovación francesa extendida a otros idiomas en el siglo XVIII, que la Real Academia Española (RAE) admite en 1884, pero ya utilizada desde principios del siglo XIX. Si revisamos la definición que nos da el diccionario de la RAE, podemos añadir los significados referentes al carácter y a las artes.

Y, ya entre los derivados cultos, encontramos diferentes documentaciones de «ingeniero»: engeñero en la Gramática de Nebrija, vocablo derivado de engeño, «máquina de guerra»; engeniero, en un documento de 1496 de Bulletin Hispanique, e ingeniero, el 1585 en Fray Luis de León. En italiano, ingenierius, es decir, «ingenio», del latín ingeníum, ya es citado por fra Salimbene en 1290. También debemos tener en cuenta que «ingenio» con cambio de prefijo origina pergenio, que aparece ya en El Quijote, aunque primitivamente era «ingenio, talento»; actualmente este significado de ingenio significa a su vez «disposición o habilidad». Sin olvidar las variaciones latinoamericanas de Honduras, Colombia, Chile, Uruguay y Argentina, donde se llama pergeño a aquella persona de mal aspecto.

Los filólogos acostumbramos a tener diccionarios siempre a mano para resolver las dudas. Y uno de ellos que no podemos dejar de consultar es el imprescindible Diccionario de uso del español de María Moliner, que nos añade una variación de sentido de nuevo en Latinoamérica: ingenio es una «fábrica de azúcar de caña». Pero precisemos más. En el Diccionario del español usual en México, en la segunda acepción de «ingenio» detalla: «Lugar donde se procesa la caña para obtener azúcar y conjunto de las instalaciones que tiene ese fin: los ingenios de Zapatec». Y cerca, en Argentina, añaden a esta definición de «ingenio» «los que producen yerba, o yerba mate y, en el noroeste, las fundaciones del cobre». Así, a modo de resumen, hemos recogido bajo la voz de «ingeniero» los significados de deidad, engendrar, fuerza intelectual, sin olvidar los cambios de sentido en países latinoamericanos, como «fábrica de azúcar de caña», y la variante engeñero como máquina de guerra.

Sigamos ahora con «técnica», del latín technicus, y ésta a su vez del griego, «relativo a una arte, técnico», derivado de «arte», «industria», «habilidad», «expediente»; su primera documentación la hallamos en el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las 3 lenguas francesa, latina e italiana de 1786- 1793, y la RAE ya la recoge en 1817. Si buscamos algún significado que difiera de lo habitual, nuevamente debemos ir a tierras latinoamericanas, en concreto a Méjico, donde un técnico equivale a un policía. Pero en su esencia, técnico/ a se utiliza como adjetivo que califica una habilidad para ejecutar una acción o conseguir algo. Sin duda «técnico» no tiene una historia con tantos virajes como «ingenio», pero nos llama la atención «tecomahaca», también «tacamaca», en alusión a un vocablo mejicano para designar una resina o goma. Nuevamente una palabra puede albergar diversas variaciones de sentido.

La propuesta de esta nueva colaboración no es otra que hacer valer el uso de diccionarios, manuales y páginas web para conocer mejor los orígenes y vicisitudes de las palabras. Su propósito, sin ser tan ambicioso, coincide con uno de los ejes de la próxima conmemoración del IV Centenario de El Quijote: la reflexión sobre la palabra.

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