El futuro fotovoltaico español

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La potencia de la radiación solar que alcanza la parte superior de nuestra atmósfera se estima en 174 petavatios, pero solo el 10 % acaba incidiendo sobre tierra firme, lo que equivale a una energía anual de unos 385 zettajulios. Esto significa que la superficie de la Tierra recibe del Sol en un día más del doble de la energía primaria que consumimos en todo el año 2010, pero no parece muy factible cubrir la superficie sólida de la Tierra para poder aprovechar esta energía. Siendo más realistas, el Programa sobre Sistemas de Energía Fotovoltaica del Organismo Internacional de la Energía estima en su informe del año 2002 que el 48% del consumo eléctrico en España podría satisfacerse integrándose instalaciones solares fotovoltaicas en los edificios utilizando unos 620 km2 de superficie entre cubiertas y fachadas.

La apuesta en España por este tipo de instalaciones empezó con la aprobación del RD 314/2006, por el que se aprobó el Código Técnico de la Edificación. Esta revisión del CTE marcó un punto de inflexión en el uso de la energía solar en edificios, ya que obliga a incluir paneles solares fotovoltaicos en la envolvente de determinados edificios como son, por ejemplo, grandes superficies comerciales o de ocio, naves de almacenamiento, hoteles y hospitales. La aprobación de los reales decretos RD 661/2007, por el que se regula la actividad de producción de energía eléctrica en régimen especial, y del posterior RD 1578/2008, sobre la retribución de la actividad de producción de energía eléctrica mediante tecnología solar fotovoltaica, ayudaron a favorecer la rentabilidad de este tipo de instalaciones.

Sin embargo, el RD 1565/2010 y el RDL 14/2010 han contribuido definitivamente a transmitir a los inversores la sensación de inseguridad jurídica que afecta a este sector derivada de la inestabilidad normativa existente. No obstante, y pese a la disminución del número de horas de producción primada y la aplicación retroactiva de estas medidas, las instalaciones solares fotovoltaicas integradas en edificaciones resultaron las mejor paradas, ya que son las afectadas en menor grado por las reducciones en las tarifas retributivas.

La mayoría de agentes implicados en este sector manifiestan la necesidad de dotar a la energía solar fotovoltaica española de un marco regulador estable que otorgue seguridad a la inversión y permita el desarrollo de la industria, todos ellos aspectos claves en el proceso de descarbonización y desnuclearización de los actuales sistemas de producción de energía eléctrica.

La práctica basada en la integración de sistemas fotovoltaicos en la envolvente de los edificios, conocida como BIPV (siglas de Building Integrated PhotoVoltaics), encaja a la perfección con los nuevos retos que plantea la necesidad de hacer un uso eficiente de la energía. En este sentido, la generación distribuida de energía eléctrica, frente a las clásicas estrategias de producción centralizada, es una pieza clave en el diseño e implementación de las microrredes eléctricas.

Expertos del sector coinciden en señalar que la paridad de red (momento a partir del cual le resulta más rentable a un consumidor producir su propia energía eléctrica con tecnología fotovoltaica que comprarla a terceros), y esperada en España para 2013, será el momento clave en que se producirá el impulso definitivo a las pequeñas instalaciones integradas en edificios.

LA PARIDAD DE RED, ESPERADA EN ESPAÑA PARA 2013, SERÁ EL MOMENTO CLAVE EN QUE SE PRODUCIRÁ EL IMPULSO DEFINITIVO A LAS INSTALACIONES INTEGRADAS EN EDIFICIOS

La singularidad de producir electricidad a baja tensión en el punto de consumo hace inevitable preguntarse cómo obtener más valor añadido de esta generación limpia y tan cercana, representando así grandes retos y oportunidades de innovación y desarrollo para la comunidad científica, tecnológica y empresarial. Un ejemplo lo encontramos en la acumulación energética accesoria a un sistema fotovoltaico integrado en un edificio.

Esta acumulación puede mejorar la seguridad del suministro reduciendo el impacto causado por las interrupciones; también puede aumentar la productividad del generador fotovoltaico, bien sea reduciendo las incidencias de desconexión del generador por exceso de tensión en la red (aplazando parte de la inyección) o bien por acumulación transitoria de la energía producida durante el tiempo de desconexión e inyectando esta a la red más tarde. Por último, si pensamos en un escenario futuro con elevada penetración de electricidad de origen fotovoltaico, la acumulación permitirá una gestión de la producción al poder diferir la inyección de parte de la energía generada para desconectar temporalmente diversas regiones de la red.

En este sentido, todo parece apuntar a que el sector solar en nuestro país todavía puede tener un futuro prometedor.

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